El Naranjo Encantado
El Naranjo Encantado es un cuento popular que reposa en
las memorias de algunos pobladores de Chone, luego, en momentos de tertulias el
cuento es contado a los niños y los no tan niños que ávidos de conocimientos,
se sumergen en el maravilloso mundo de los relatos más profundos de la provincia
de ManabÃ.
Esta versión pertenece a la señora Manuel Olmedo.
A
mitad del camino se atravesó con un viejecito que llevaba un sombrero de alas
anchas, el ancianito le preguntó hacia donde se iba tan ligero, el hombre le
dijo que solo recorrÃa monte adentro para cazar algún animal o recolectar
alguna fruta, el viejo lo miró profundamente y le indicó que detuviera la
marcha, y antes de que el hombre protestara, dijo con voz de advertencia, al final del camino se encuentra un naranjo
cargado con grandes y hermosas frutas, arrugó
la frente y pausadamente explicó que por ningún motivo se podÃa llevar las
frutas del palo, el naranjo está encantado y aquel que se lleve la fruta, coma
demasiado o se guarde las semillas para sembrarlas en otras partes, será
maldecido de por vida.
El
hombre no prestó atención y sin decir una solo palabra siguió su camino hasta
llegar al gran naranjo, en efecto era el palo más alto que habÃa visto y tenÃa
las naranjas más grandes y amarillas que una toronja, él quedó absorto, sacó
levemente una daga de su botÃn de cuero y comenzó a pelar y comer las naranjas
más dulces que jamás nunca habÃa degustado. Después de empacharse agarró al
mular y lo cargó hasta el tope con las naranjas, montó y tomó camino de regreso
por el trecho angosto, se fue feliz porque al parecer el encanto era una
mentira del viejo para hacerlo asustar, arrecostó las espuelillas en el vientre
del animal y se echó a correr desenfrenadamente. Desde entonces el hombre
recorre en cÃrculo con su caballo, rodeando al naranjo sin bajarse del mular,
muchos dicen que nunca pudo salir del encantó, otros dicen que se convirtió en
el guardián del naranjo por su necedad. Nadie a vuelo a encontrar el camino que
lleva al naranjo y tampoco han querido encontrarse con ese naranjo encantado.
Contado por Manuel Olmedo
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