La Lutona de la Segua

 


La Lutona de la Segua

En tiempos remotos, cuando reciĆ©n se estaba poblando San Antonio. Cuentan los abuelos que el sitio estaba plagado de caimanes, grandes aves y sendos chames, las ciĆ©nagas se extendĆ­an desde lo que hoy es Bachillero hasta las faldas del cerro Guayas en Chone, el manglar llegaba hasta la Segua y los animales marinos vivĆ­an conjuntamente con los animales del pantano, para esa Ć©poca habĆ­a pocas familias en el sector, los Viteris, los SolĆ³rzanos, los Segovias y los negros Falcones eran quienes conformaban la escasa poblaciĆ³n. En un principio estĆ”s ciĆ©nagas proveĆ­an de abundantes alimentos para el consumo, a su vez estos alimentos eran comercializados en Chone, los lugareƱos salĆ­an por las maƱanas a tirar sus atarrayas o poner trampas para capturar algunos chames o guariches, algunos hombres osados atrapaban caimanes para luego vender su piel en el puerto de BahĆ­a. Cuentan que por esos tiempos una joven de orĆ­genes humildes salĆ­a con su padre a pescar viejas y chames a la pampa, aunque no era bien visto por la sociedad de esa Ć©poca que las mujeres hicieran trabajos de hombres, los pescadores la querĆ­an y la estimaban mucho.

La muchacha era muy trabajadora, salĆ­a todos los dĆ­as a pescar porque en casa tenĆ­a a su madre enferma tirada en una cuja, a su hermanita y a su Ćŗnica hija.  Con su padre pescaban chames y los vendĆ­an en un burro en Chone, aunque el camino era de mĆ”s de 9 kilĆ³metros padre he hija se esforzaban por mantener a la pequeƱa familia.

Un dĆ­a se enfermaron todos en su casa, a excepciĆ³n de su hija, la mujer saliĆ³ adolecida a pescar, llevando a la niƱa en un canasto, agarrĆ³ el bongo y con una fuerza que no tenĆ­a la arrastrĆ³ hasta la orilla de la pampa, remĆ³ a medio pantano y se puso en marcha para capturar los peces, estuvo toda la tarde pescando, pero nunca llegĆ³ a casa. Al siguiente dĆ­a el padre, con la ayuda de unos vecinos, se pusieron en marcha para buscarla por la Segua y es estuario, para encontrarla pusieron una vela dentro de un mateacho  y pudieron encontrar el bongo debajo de unos palos de aguas, desde entonces nadie supo que le pudo haber pasado, algunos dicen que tal vez se la tragĆ³ un caimĆ”n gigante, otros dicen que fue el espanto del estuario y algunos afirman que la han escuchado llorar y hacer ruidos como si pidiera ayuda, pues su alma nunca pudo descansar porque su cuerpo no fue rezado para que salga del limbo.   

Contado por Flor Mero

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